Quizá yo soy de otro
planeta, resulta que vivimos en un paraíso, el que estamos
convirtiendo en un estercolero, cada día nos cargamos un montón de
hectáreas de selva virgen, no se cuantos animales exterminamos al
año, los ríos los convertimos en cloacas, la atmósfera estamos
inutilizándola poco a poco, los animales que nos sustentan los
maltratamos a niveles despiadados, estamos inmersos en tal exaltación
colectiva que yo me niego a asociarme con semejantes atrocidades,
aquí todos queremos más sin saber lo que necesitamos para ser
honrados “propietarios” de nuestro trocito de edén, todos
contaminamos porque sí, con los artilugios inservibles de cualquier
casa estamos acabando con la vida del Planeta, que es la nuestra,
estamos destruyendo el aire, el agua, la tierra... es como si
estuviéramos ebrios y nos cagáramos en la cocina, somos un bacilo
mortífero para el que no hemos encontrado medicina, nos
multiplicamos a la vez que exterminamos compañeros de “jardín”,
animales, plantas, insectos... ...El mío es más grande, ya me
gustaría que fuera de sexo de lo que hablo, pero no, es de coche, de
televisor, de piso... somos envidiosos por naturaleza, renovamos
enseres por codicia... ...Y somos lumbreras deslumbrantes, a la vez
que pisoteamos, aplastamos, destruimos... el único planeta
habitable, estamos hablando de ir a Marte que por lo visto en algún
sitio de su suelo puede haber algún microorganismo que cuando
hayamos hecho explotar la Tierra iremos a hacerlo crecer para
comérnoslo. Estamos inmersos en el más yermo de todos los
pensamientos fáciles, nuestro amanecer incierto está aproximándose
al más cierto de todos los atardeceres.
Yo no quiero ser de este
planeta, me gustaría aprender a vivir, morar, habitar... con
honradez el paraíso donde sólo pasaré unos días, teniendo en
cuenta a la diversidad de vida que me acompaña en el paseo, respetad
tanto la microscópica como la vegetal, la animal, como la abisal...
...Quiero aprender a dejar intacta mi parcela, quiero que en tiempos
venideros puedan acariciar también el placer de pasear aunque sólo
sean unos días por esta maravilla que flota en el universo. Somos el
perro del hortelano, ni sabemos vivir, ni dejamos que vivan. La
tecnología está muy bien usándola con cabeza, nosotros la
utilizamos sin control, arrasamos con cualquier tipo de vida para
fabricar juguetes de niños mimados, cachivaches de los que luego
sólo sabemos explotar el diez por ciento de sus aplicaciones...
...Mi paraíso se pierde, estamos convirtiéndolo en un estercolero,
cada día somos más para asolarlo, cada día necesitamos más para
amargarnos la existencia.
Quizá dentro de un siglo
o dos podríamos intentar salir al exterior sino “atardece” antes
nuestro paseo, quizá si aprendemos a respetar el medio ambiente
todavía estemos a tiempo de no volar por los aíres el único
“jardín” que existe, el que sin pedir nada a cambio, si acaso
respeto por la flora, fauna... nos deleita con su variopinto mosaico
de matices.
Los microorganismo de
Marte pueden esperar, la contaminación que generamos impulsando
artilugios al espacio no merecen la pena... ...Inventores artífices
de la “contaminación” dediquen su esfuerzo a realidades
palpables, como por ejemplo, no destruir para malvivir, sino como
vivir enriqueciendo los prados de nuestro hábitat, en vez de
ficciones imposibles y “guerra de las galaxias”.
No estoy en contra del
desarrollo, lo que si estoy es en contra de que se invente por
delante del adiestramiento necesario para contaminar lo mínimo
cuando se usa lo inventado.
14-08-13
A. Hinarejos