miércoles, 17 de octubre de 2012

EQUIDAD


Equidad
La realidad engulle a la ficción, “d4”. Entiendo y hago “e4”. Perdona, me apunta, he dicho “d4”. Ah, lo siento “c4”. Sube un tanto la voz y reafirma “d4”. En ésto han pasado diez, quince o veinte segundos cuando mi oponente logra que le haga la primera jugada. Seguimos jugando y yo anoto la jugada mía y la de mi rival, he cronometrado el tiempo que empleo en apuntar la jugada y nunca necesito más de cinco segundos, sin embargo cada vez que mi oponente me canta la jugada yo le “robo” al menos diez: entre que me entero, pienso lo que me ha dicho, evidentemente apunto su jugada y a veces la mía en su tiempo; en muchas ocasiones me he ido a mear y al volver después de tres o cuatro minutos he visto a mi rival con cara de bobo esperando para que le moviera la pieza. Equidad, me siento una persona equitativa, le estoy haciendo un favor, me aguanto sentado esperando que cante la jugada, podría levantarme y relajarme contemplado las demás partidas de la sala, pero eso es otra cuestión, tengo ganas de fumar, le comento al árbitro si puede estar al tanto para moverle la pieza cuando juegue. He cronometrado una partida y yo apuntando las jugadas he perdido como mucho cinco minutos. Sin embargo a mi rival, el que no puede mover las piezas, le he “robado” (sin querer claro está) entre que no oigo bien la jugada que me canta, que me olvido de apretar el reloj, que me voy a mear, que me despisto hablando con algún amigo... al menos quince minutos.
Equidad, está todo dentro de la legalidad, imaginaos: el árbitro, amparándose en su “imparcialidad”, le ha “robado” veinte minutos más, más diez segundos por jugada, sólo por apuntar, si además quitara tiempo por mover, podría, pues las normas dicen que es a criterio suyo, mi rival se quedaría con la mitad de SU tiempo.
Lo malo no es que no hayan cronometrado la desigualdad de mi rival (el que no puede mover las piezas) lo inaudito es que la mayoría le de la razón a un árbitro que no la tiene.
Hay que tener en cuenta que una sala de ajedrez es un silencio perpetuo, no me puede cantar la jugada molestando a todo el mundo, por ese motivo en infinidad de ocasiones yo puedo entender, en vez de “d4”, “e4” ó “c4”... En fin ya sé que quien aplica una norma sin estudiar el por qué, seguirá aplicándola porque sí, que es como se hace casi todo en este país.
Comienza la partida, el reloj de mi rival (el que no puede apuntar) marca 1,20, encima le “robarán” quince minutos en pérdidas de tiempo, a veces sin querer y a veces queriendo.
El mío 1,40, perderé cinco minutos apuntando la partida.
No quiero entrar en el tema emocional de mi oponente, nervios porque no le oigo, porque no aprieto el reloj, porque me voy a mear...
La equidad del árbitro es.... ¡¡La honradez personificada!!

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