Erase una vez un país de
ensueño, todo funcionaba a las mil maravillas, el pueblo llano
incluso podía viajar, comprarse una segunda vivienda, ahorrar...
durante algunos años la felicidad reinó entre sus gentes...
...Hasta que usureros, avaros, miserables... todos dirigentes,
estadistas, gobernantes... decidieron que el Edén para la gente
llana solamente es un paisaje de la Biblia y comenzaron a robar la
felicidad, el confort, los ahorros... ...La salud, la cultura, la
comida, la casa... Ellos eran el poder usurpado al pueblo con
mentiras, ellos con los ahorros de la gente mataban elefantes,
compraban yates, palacetes... ...Y el ensueño lo convirtieron en
pesadilla, el país entero comenzó a sufrir la desfachatez de unos
gobernantes mimados, niños grandes... hijos del abuso sostenido por
linajes prepotentes acostumbrados a la cruel actitud de pasear a
caballo por campos repletos de jornaleros hambrientos... ...Erase una
vez un país de ensueño donde los fantasmas de palacios,
mansiones... despóticos, imperialistas... resucitaron encolerizados
al observar que los miserables trabajadores que habían servido a sus
progenitores por un cuscurro de pan ahora se mezclaban en
universidades, zonas de ocio, restaurantes... y como ellos, los
poderosos, son insoportablemente egoístas pusieron en marcha su
vileza, lo primero hacer correr el pánico seguido del robo
generalizado amparándose en sus genes adquiridos... El pueblo para
ellos es mano de obra barata, feligreses culpables, un rebaño de
borregos... les robaron los ahorros, la casa, todo ello con la cara
dura impresionante de la justicia, justa sólo para ellos.
Pueblo llano no llores,
lucha... ...Los fantasmas se han de erradicar, no permitamos que nos
roben los mismos que robaron a nuestros padres... Ni cacerías, ni yates, ni palacios... con el sudor del pueblo.
A. Hinarejos
15-11-14
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