domingo, 1 de enero de 2012

Nada es verdad...


Bonita, una piel tan suave como la voz que musita cuando habla, un ser que despide delicadeza por todos los poros de su delicado cuerpo, suavidad, delicadeza, dulzura... sin embargo casi todos sus sentidos al contrario que su delicada “carrocería” son burdos en todas sus facetas. Está claro que hablo de una mujer, esa que se preocupa tanto de su cuerpo, la que se pone ropa íntima delicada, con encajes, con puntillas... Las apariencias engañan, toda la finura, delicadeza y suavidad... son precisamente para la delicada estructura de los sentidos del rudo, fornido, áspero... ...cuerpo del hombre, las apariencias engañan, los sentidos femeninos se derriten acariciando un cuerpo “peludo”, os imagináis cualquier hombre con sus bastas manos acariciar unos pechos redondos peludos, una cara con barba de tres días, un pecado mortal para una manos llenas de callos, los “ásperos sentidos” masculinos son un mosaico de delicados puntos sensitivos, por el contrario la falsa delicadeza de los sentidos femeninos está repleta de sensores de una aspereza descomunal. La dulzura de la voz está precisamente para no “herir” el delicado oído de un fornido hombre... ...los encajes, las puntillas, la fina lencería... es simplemente para que la delicada vista de la tosca anatomía del hombre no se lastime.
Las apariencias engañan, dos cuerpos tan distintos requieren unos sentidos totalmente diferentes, por esa razón aunque la mujer a simple vista es muchísimo más delicada, suave y dulce... ...son los sentidos del hombre, aunque parezca mentira mucho más sensibles y delicados...

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy osado tu artículo, jaja. No recuerdo si era Kant quien decía que la mujer era bella y el hombre sublime.
aubberme