Bonita,
una piel tan suave como la voz que musita cuando habla, un ser que
despide delicadeza por todos los poros de su delicado cuerpo,
suavidad, delicadeza, dulzura... sin embargo casi todos sus sentidos
al contrario que su delicada “carrocería” son burdos en todas
sus facetas. Está claro que hablo de una mujer, esa que se preocupa
tanto de su cuerpo, la que se pone ropa íntima delicada, con
encajes, con puntillas... Las apariencias engañan, toda la finura,
delicadeza y suavidad... son precisamente para la delicada estructura
de los sentidos del rudo, fornido, áspero... ...cuerpo del hombre,
las apariencias engañan, los sentidos femeninos se derriten
acariciando un cuerpo “peludo”, os imagináis cualquier hombre
con sus bastas manos acariciar unos pechos redondos peludos, una cara
con barba de tres días, un pecado mortal para una manos llenas de
callos, los “ásperos sentidos” masculinos son un mosaico de
delicados puntos sensitivos, por el contrario la falsa delicadeza de
los sentidos femeninos está repleta de sensores de una aspereza
descomunal. La dulzura de la voz está precisamente para no “herir”
el delicado oído de un fornido hombre... ...los encajes, las
puntillas, la fina lencería... es simplemente para que la delicada
vista de la tosca anatomía del hombre no se lastime.
Las
apariencias engañan, dos cuerpos tan distintos requieren unos
sentidos totalmente diferentes, por esa razón aunque la mujer a
simple vista es muchísimo más delicada, suave y dulce... ...son los
sentidos del hombre, aunque parezca mentira mucho más sensibles y
delicados...
Los
ojos de una mujer no tolerarían nunca ver encajes y puntillas en el
cuerpo “peludo” y musculoso de un hombre, su dueña se
escandalizaría. Los sentidos de una fémina se deleitan con el
aspecto “rudo” del hombre, los sentidos masculinos son muchísimo
más delicados, por eso el aspecto sutil de una mujer.
20-03-07
A.
Hinarejos
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