Foto de Carlota Betoret
Una mosca, un
lágrima, un picor...
Me he resistido
a opinar hasta hoy del derecho a una muerte digna, al final después
de darle muchas vueltas me encuentro delante de la pantalla plasmando
mi opinión. Quizá porque estoy de los primeros en la lista me
gustaría que además de utilizar la ciencia para curar también
entendieran que alargar una muerte, no una vida, ocho o diez meses es
crueldad, los puritanos, a la hora de alargar el dolor ajeno en este
oficio no deberían contar, me entristece ver a un matrimonio tener
que pedir que a su hija la dejen morir con dulzura, me entristece que
a un cuerpo sin “vida” lo hagan seguir respirando retorciéndose
en suspiros de dolor para demostrar no sé qué, me entristece
entender que mi país tolerante en recortes para dependientes con
muertes de vidas vivíbles, utilice en casos puntuales el más
nefasto de los sinsentidos, la cultura de un pueblo se mide por la
libertad a la hora de morir con dignidad, también. No quiero ver a
padres coraje arrastrándose por los medios de comunicación
evidenciando a una ciencia mojigata que está equivocada, el
sufrimiento dibujado en sus facciones no deberíamos mostrarlo, la
frialdad del poder fáctico intentando enmendar el entuerto es
notorio ¿Legisla el que tiene facultad o la facultad se la regalamos
a cualquiera que pasa? Intento dibujar la secuencia de un hecho
nefasto que gracias a unos padres con arrojo lo han comunicado al
mundo y gracias a su valentía lograrán que su hija descanse en paz
con dulzura, pero cuántas hijas, hijos, padres, abuelos... habrá
retorciéndose de dolor mucho más tiempo del necesario, no por
familiares menos valientes, si no por los responsables puritanos de
un sistema donde legisla el primero que pasa.
Morir durante
ocho o diez meses llorando sin lágrimas entre las sábanas limpias
de un centro hospitalario por culpa de que el responsable no quiera o
de que la justicia no le deje hacer bien las cosas para dejar de
sufrir, es que no sabemos utilizar la ciencia.
Se lo que es
aguantar una mosca, una lágrima, un picor...
A. Hinarejos
06-10-15