jueves, 4 de agosto de 2022

"Ni aperturas ni jaques".



Parte del trabajo fin de carrera: Redacció de la memòria etnogràfica

Laura.

 Juga a escacs regularment a un centre del seu barri.

Pensa que aquesta activitat hauria d’esser declarada «

Patrimoni de la diversitat ». Ho expressa en la publicació

de l’Associació on juga amb els seus companys, tal qual

: «  Ajedrez, deporte de la solidaridad “, Andrés

Hinarejos, el passat 2 de febrer del 2009:  

 

 

No voy a escribir de jaques mates, ni de aperturas, ni

de ataques… me gustaría hablar del potencial solidario

que esconden las sesenta y cuatro diminutas casillas de

un tablero de ajedrez, al montar las piezas y comenzar

el juego no pide como en otros deportes cuerpos

musculosos, habilidades físicas o malabarismos

estelares… obesos, delgados, enclenques, robustos,

canosos, niños, minusválidos… cualquier persona del

sexo que sea puede sentarse ante dicho tablero y

competir al margen de su físico, un equipo

paradójicamente puede estar formado por diversos

jugadores y con diferentes características anatómicas

(presenciad el por equipos de Catalunya, es el sumum


en este sentido), la grandeza del diminuto tablero es

que ante él todos somos iguales y todos nos regimos

por las mismas reglas y lo que importa es el músculo

más importante que poseemos, el que de verdad nos

debería diferenciar del resto de animales, el cerebro. La

pena es que la solidaridad solamente dura el tiempo

"esotérico" del juego, la humanidad debería abrir el

entendimiento y comportarse como un jugador de

ajedrez ante las sesenta y cuatro casillas, tendría que,

metafóricamente hablando, federarse en el club de la

solidaridad y comenzar la partida más responsable de

la historia. 

  

Mi destreza es tan inexperta en el arte del ajedrez que

seguramente no soy quien para hacer estas

valoraciones, pero ante tanto despropósito organizado

por humanos sin humanidad me atrevo a proponer a los

doctos en este deporte que lo promocionen ante los

dirigentes de las masas como patrimonio de la

diversidad y, por lo tanto, como eje solidario, no para

arreglar el mundo sino para compensar un poco la

balanza.

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