Cuento real de poco antes del Covid.
Había una vez dos amigos, uno estaba en tercero de medicina y el otro tenía una ortopedia, un buen día el estudiante medio llorando le dijo a su amigo “hace unos días le amputaron una pierna a mi padre, ya ves con 62 años, una mierda la diabetes…”
Su amigo le comentó que no se preocupara que había piernas ortopédicas y una vez entrenado ni lo notaría.
Unos días más tarde fue a la ortopedia a ver a su amigo y le dijo, “me han solucionado lo de mi padre hasta que se pueda valer por sí solo, lo único es que me han pedido que compre una silla de ruedas, por eso he venido a verte, lo que me han dejado claro en la residencia que ha de ser una silla que él no pueda impulsar”.
-Pero tu padre está perfecto y con las manos puede desplazarse a donde quiera- le dijo el amigo.
-Es lo que no quieren en la residencia y eso que es de la Generalitat, los ponen a todos en la sala de la tele y así no dan por saco, me han dicho.
-Denúncialo- le comentó su amigo.
-¿Y qué hacemos mi padre y yo, si me han dicho que si va con una silla autopropulsable no lo cogen? Si denuncio …imagínate, yo he de perder el curso para asistirlo. Además mi padre no quiere ni la una ni la otra.
MORALEJA: El padre y el hijo acabaron en el psicólogo y no fue por la amputación.
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