Agradecimiento a los comentarios de mi escrito del día 9 de agosto
“Nunca subiré al Everest”
Vuestros comentarios me han hecho subir donde los pensamientos se funden con las estrellas, me han hecho escalar la montaña modulada por la vida, esa que despacito va emergiendo hasta llegar a lo más alto. Aquella montaña que todo el mundo puede subir pero su preparación no es suficiente. Vuestros comentarios son el ego que alimenta mi personalidad, no necesito subir al Everest, no necesito correr una maratón, solamente siendo como soy tengo lo necesario para cruzar el desierto repleto de oasis caprichosos. Vuestros comentarios han enriquecido mi sensibilidad, me han reafirmado que mi vida está llena de sorpresas y que la ilusión es más grande que cualquier maratón y cualquier montaña, seguro que nunca caminaré aunque tiempo atrás lo hice, a pasear no me gana nadie, soy una persona tranquila, capaz de sobrevivir riendo revolcándome en las caricias de mi familia y la honestidad de mis amigos, subiendo a la montaña de la realidad y bajando al abismo de mis sueños.
Agradezco vuestros comentarios, los integro en mi vida y sigo hollando la vereda de mis pensamientos, enterado de que habéis “perdido” 5 minutos leyéndome.
09/09/22
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Nunca subiré al Everest,
ni bajaré por un río de aguas bravas... es más, nunca caminaré al
lado del mar aunque podré acariciar su brisa paseando, pero podré
hacer cima en la cúspide de la rectitud, honradez, ecuanimidad...
...Disfrutaré utilizando el “campo” uno de la felicidad, usaré a
poquitos su utilidad beneficiosa, la combinaré con el desconsuelo
que la vida, sólo por utilizarla me cobra, no correré una maratón,
ni los cien metros lisos... ...Ni tan siquiera estrecharé la mano de
un amigo, pero la cima de una “lucha” constante la volveré a hollar... ...Apretaré con fuerza la amistad, en silencio intentaré
“profanarla” para que se sienta más amiga. Dormiré mientras sea
necesario en el “campo” dos y mimaré lo que pueda la ilusión, los
sueños... ...La fascinación por vivir intentaré que siga fluyendo
en mis ideas. La cima de un despertar casual será suficiente para
escalar con naturalidad las paredes heladas de la discordia,
intentaré afrontar la peligrosa ascensión con las herramientas de
la experiencia... ...Nunca subiré al Everest, tampoco atenazaré con
mis manos el volante de cuero de un automóvil... ...Intento “libar”
del néctar de la vida aquello que me hace vibrar cuando pienso. No
bajaré al fondo del mar, ni siquiera me revolcaré en las aguas
mansas de una playa desierta... ...Sin embargo acariciaré con la
mirada los matices espontáneos que me ofrece mi curiosidad innata.
Nunca subiré al Everest,
no me aflijo por ello, no lloriqueo por no correr los cien metros
lisos... ...Me rio y a carcajadas al hacer cima en la cúspide de mi
montaña, la más alta, lo que tan sólo me sirve para pasear con
entusiasmo por sus laderas, sus paredes empinadas... ...Revolcarme en
las aguas mansas de una playa, atenazar con fuerzas un volante... el
de cada día.
02-08-13
A. Hinrejos